Aldous Huxley - Las Puertas de la Percepción

“Si las puertas de la percepción fueran depuradas, todo aparecería ante el hombre tal cual es: infinito” -William Blake

Las drogas alucinógenas y sus efectos han dado lugar a toda una corriente de arte y literatura en la que aparecen nombres tan insignes como Charlie Parker, William Burroughs, Jimi Hendrix y tantos otros. Este volumen recoge dos ensayos pioneros escritos entre 1954 y 1956 en los que Huxley analiza los cambios objetivos provocados por la ingestión de drogas. No se trata de revelación o de un cielo o un infierno de visiones, sino de descubrimiento de una relación de tradición arcaica y que la droga hace visible: la semejanza o la identidad de la mente humana con la realidad substancial del cosmos.

Las puertas de la percepción, reales o imaginarias, delimitan las estancias existenciales, hacen franqueable el límite de lo real y se convierten en canal de transición hacia un nuevo dominio de la percepción, donde interpretar las sensaciones que se reciben a través de los sentidos es posible. 

El aclamado escritor y un tanto profeta, autor de diversos libros, ensayos y novelas Aldous Huxley, se interesó en los años 50 por el uso de las drogas alucinógenas, en concreto por la mescalina, impulsado por la creencia de que ésta podía servir como pasaporte hacia lo desconocido. Tomando la cita de Blake como base, intentó corroborar el hecho que el cerebro humano filtra la realidad, impidiendo el paso de impresiones e imágenes imposibles de procesar en una mente. De acuerdo con esta visión, el consumo de mescalina, la sustancia alucinógena presente en plantas como el peyote o el cactus San Pedro, podría reducir este filtro o “abrir estas puertas de la percepción”, tal y como expresa metafóricamente desde el título.

Puedes DESCARGAR este ensayo de Aldous Huxley dándole "click" a la siguiente  imagen: 

Vivimos juntos y actuamos y reaccionamos los unos sobre los otros, pero siempre, en todas las circunstancias, estamos solos. Los mártires entran en el circo tomados de la mano, pero son crucificados aisladamente. Abrazados, los amantes tratan desesperadamente de fusionar sus aislados éxtasis en una sola autotrascendencia, pero es en vano. Por su misma naturaleza, cada espíritu con una encarnación está condenado padecer y gozar en la soledad.

Cada persona, en cada momento, es capaz de recordar cuanto le ha sucedido y de percibir cuanto está sucediendo en cualquier parte del universo. La función del cerebro y del sistema nervioso es protegernos, impedir que quedemos abrumados y confundidos, por esta masa de conocimiento en gran parte inútiles y sin importancia, dejando fuera la mayor parte de lo que de otro modo percibiríamos o recordaríamos en cualquier momento y admitiendo únicamente la muy reducida y especial selección que tiene probabilidades de sernos prácticamente útil. Conforme a esta teoría, cada uno de nosotros es potencialmente Inteligencia Libre. Pero, en la medida en que somos animales, lo que nos importa es
 sobrevivir a toda costa. Para que la supervivencia biológica sea posible, la Inteligencia Libre tiene que ser regulada mediante la válvula reducidora del cerebro y del sistema nervioso.

Cada individuo se convierte enseguida en el beneficiario y la víctima de la tradición lingüística en la que ha nacido. Lo que en el lenguaje de la religión se llama «este mundo» es el universo del conocimiento reducido, petrificado por el lenguaje. Los diversos «otros mundos» con los que los seres humanos entran de modo errátil en contacto, son otros tantos elementos de la totalidad del conocimiento pertenecientes a la Inteligencia Libre. La mayoría de las personas sólo llegan a conocer, la mayor parte del tiempo, lo que pasa por la válvula reductora y está consagrado como genuinamente real por el lenguaje del lugar. 

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Huxley explica cómo cree sentir una conciencia que no depende de un ego; olvidado de sí mismo es capaz de volcarse tomar conciencia de cuestiones que siempre han estado ahí pero que antes pasaban desapercibidas. Las impresiones visuales se intensifican mucho y el ojo recobra parte de esa inocencia perceptiva de la infancia, cuando el sentido no está inmediata y automáticamente subordinado al concepto. El interés por el espacio disminuye y el interés por el tiempo casi se reduce a cero. Aunque el intelecto no padece y aunque la percepción mejora muchísimo, la voluntad experimenta un cambio profundo y no paranormal. Quien toma mescalina no ve razón alguna para hacer nada determinado y juzga carentes de todo interés la mayoría de las causas por las que en tiempos ordinarios estaría dispuesto a actuar y sufrir. No puede molestarse por ellas, por la sencilla razón de que tiene cosas mejores en que pensar.

El cerebro cuenta con una serie de sistemas de enzimas que sirven para coordinar sus operaciones. Algunas de estas enzimas regulan el suministro de glucosa a las células cerebrales. La mescalina impide la producción de estas enzimas determinadas y disminuye así la cantidad de glucosa a disposición de un órgano que tiene una constante necesidad de azúcar. ¿Qué sucede cuando la mescalina reduce la normal ración de azúcar en el cerebro?

Cuando el cerebro se queda sin azúcar, el desnutrido ego se siente débil, se resiste a emprender los necesarios quehaceres y pierde todo su interés en las relaciones espaciales y temporales que tanto significan para un organismo deseoso de ir tirando en este mundo. En algunos casos, se puede tener percepciones extrasensoriales. Otras personas descubren un mundo de belleza visionaria. A otras más se les revelan la gloria, el infinito valor y la plenitud de sentido de la existencia desnuda, del acontecimiento tal cual, al margen del concepto.

2DA OPCION : DESCARGAR “The Doors of Perception” (1954) – Aldous Huxley 


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