Diariamente experimentamos al mundo de forma sensorial , y aunque sus colores son siempre los mismos, sus aromas se mantienen constantes y sus sensaciones son idénticas, existe una especie de "misticismo" que lo hace "mágico".
“Una pastilla te hace más grande. La otra, más pequeño”. Ese era el dilema al cual se enfrentó la perturbada Alicia en su psicodélico "país de las maravillas".Mucho antes de que el LSD ( Ácido lisérgico ) se revelara como una llave secreta de la psique, la literatura ya intuyó los estados alterados de la conciencia. Formalmente, fue el suizo Albert Hofmann quien en 1943 en los respetables laboratorios Sandoz experimentó con la fórmula. Su trayecto en bicicleta tras ingerir una pequeña dosis entra en el terreno de la mítica.
Años después,la gran ola hippie el uso de drogas psicotrópicas se volvió descontrolada, gran parte de estados unidos se vio afectada ya que era una epoca de desenfrenado uso recreativo, el gobierno estadounidense tratando de controlar este gigantesco movimiento se encontró ciertas personas que engrandecieron este uso recreativo, grandes literarios que se vieron fuertemente influenciados y sufrieron de pequeños la gran depresión y el uso de ciertas drogas como remedio casero. Grandes literarios como William S Borroughs, Aldous Houxley, Hunter S Thompson fueron algunos de los pioneros en este tipo de literaturas retorcida y fantástica que encontró el éxito y reconocimiento mundial
El ácido se reveló rápidamente como un instrumento para ampliar la conciencia y, a partir de ahí, panacea para artistas y escritores. El alemán Ernst Junger, buen amigo de Hofmann y polémico por haber haber facilitado combustible intelectual al nazismo, fue pionero del uso de la sustancia y el resultado cristalizó en "Visita a Godenholm", novela en la que se describe un "viaje", por primera vez en la historia de la literatura.
Un ensayo escrito en 1954 que describe las experiencias alucinógenas de Huxley producto de la ingestión de mezcalina. El escritor inglés después de esta experiencia asumió que el cerebro humano normalmente filtra la realidad que le rodea y no deja pasar ciertas impresiones e imágenes; las sustancias psicotrópicas ayudan a reducir esta barrera para así abrir las puertas de la percepción. Durante esta experiencia notó que los objetos pierden su función, el tiempo es más lento y el individuo se vuelve incapaz de recibir tantos estímulos.
Existe un antiguo debate entre si el uso de drogas psicoactivas puede potenciar los alcances de un escritor, favoreciendo su prosa o su poesía, llevándolo a jardines alternativos de realidad donde puede fluir la musa inspiración o si alterar los sentidos es aletargar la lucidez concienzuda y permanente de quien encuentra la claridad en la esencia inalterable de las cosas. La respuesta es sí. Evidentemente utilizar ciertas sustancias químicas o naturales puede aguzar el hemisferio cerebral encargado de procesar el lenguaje, llegando a veces a la hiperestesia del verbo. También es evidente que para muchas personas el consumir drogas puede distorsionar su percepción, e incluso puede hacerles perder la magia natural. De cualquier forma la relación entre las drogas ( cabe acotar que el alcohol y el tabaco también son drogas ) y la literatura es estrecha y en sí misma históricamente estimulante.
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