Hablar sobre las bases de un movimiento tan generalizado, el cual abarca diversos ámbitos y materias, y que se prolongó a lo largo de más de tres décadas, resulta verdaderamente complicado. Precisamente por eso, la intención de este artÃculo no es otra que informar sobre las bases sociales y culturales de la psicodelia.
A principios de la década de los setenta la psicodelia conoció su edad de oro en Europa, en diversos lugares se daban cita intelectuales, veteranos del tema y demás freaks ansiosos de viajar o alterar sus mentes con algún estupefaciente. ExistÃan grupos de "psiconautas" más o menos constituidos como la llamada CofradÃa del Vino, en España (formada por un grupo de intelectuales simpatizantes o curiosos del LSD) y el Tercer Frente de Liberación Universal, que lanzó el “Manifiesto de la Soledad: (un discurso introspectivo y muy psicodélico sobre la importancia de la navegación del ser).
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| Timothy Leary, pionero del LSD |
La lista de pioneros en experimentar los efectos del LSD contaba ya con algunos nombres que, años más tarde, alcanzarÃan cierta fama y notoriedad en el ámbito psicodélico, ninguno de ellos ha renegado jamás de sus experiencias psicodélicas, gozan de una envidiable lucidez y salud mental, asà como de un espÃritu crÃtico fuera de cualquier duda. Sin embargo, los efectos de los alucinógenos no son siempre resultan ser placenteros y agradables. Para que la experiencia psicodélica sea asimilada por el individuo, en sentido positivo, requiere cierta preparación o predisposición psicológica, una actitud previa segura, serena y contemplativa, y el marco de una comunicación grupal. Por ello, si la ingestión de LSD o de cualquier otra droga visionaria no se hace en condiciones adecuadas, la excursión psÃquica puede ser muy angustiosa. En este sentido, es cierto que en algunos casos pudieron apreciarse sÃntomas de especificidad psiquiátrica, como resultado del empleo del fármaco: cuadros alucinatorios-paranoides más o menos intensos, consecuencia de la confusión mental y de la angustia producida por un cuelgue de ácido en jóvenes poco avezados o de un mal viaje. Esos cuadros, aunque espectaculares, según los psiquiatra, solÃan desaparecer en pocos dÃas y, “a veces, sin tratamiento especÃfico”. Era evidente que el LSD no podÃa enloquecer a nadie que previamente no estuviera ya loco.
A pesar de este hecho, algunos psiquiatras pretendieron legitimar cientÃficamente la prohibición que pesaba sobre el psicofármaco, la cual fue tomada por los Estados Unidos, y aceptada por el resto del mundo. La intervención de supuestos expertos como el catedrático Luis Rojas Ballesteros no vino sino a reafirmar la tesis de que la dietilamida de ácido lisérgico ( LSD ) estaba prohibida, no tanto por atentar contra el interés de la salud pública, sino más bien en aras de la moral social imperante, ya que podÃa inducir a la negación de los principios de actividad, trabajo productivo, utilidad social y rentabilidad económica, es decir, porque atentaba directamente contra los pilares básicos del orden social establecido.Pero ocurrió algo maravilloso, un conjunto de pensadores americanos se unieron para dar lugar a la «generación beat». Todos compartÃan una visión caracterizada por la repulsión hacia el poder establecido, el uso de diferentes sustancias psicoactivas para el conocimiento personal, el desarrollo del pensamiento, del libertinaje y de la desinhibición sexual como contestación a los valores clásicos y el concienzudo estudio de las diferentes filosofÃas para una posterior aplicación mediada en Occidente. Esta generación nació arropada por otro concepto, el de la beatitud
Habrá quien describa la psicodelia como parte de un movimiento contracultural cuyo desarrollo tuvo especial relevancia entre 1965 y 1975, lo que nos remitirÃa al movimiento hippie y a uno de sus máximos exponentes mediáticos, Timothy Leary. Otros quisieran referirse a Albert Hofmann para empezar a hablar de psicodelia, aludiendo a momento en el que sintetizó la LSD por primera vez, en 1938. Sin embargo, si nos remitimos a la creación del pensamiento, a la argumentación, propiamente dicha, de este movimiento, no existen otros orÃgenes que los literarios.
Algunos de los pilares fundamentales del pensamiento psicodélico fueron Allen Ginsberg, William S. Burroughs y, especialmente, Jack Kerouac, los cuales fundamentaron las bases de la generación beat y, al mismo tiempo, constituyeron la "semilla" que eclosionará a lo largo de esta década y crecerá sin cesar hasta finales de los años setenta, dando lugar al movimiento hippie y sentando las bases literarias y cientÃfica de la psicodelia como un movimiento cultural.



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