Margie iba a salir con este tÃo pero cuando salÃan el tÃo se encontró con otro tÃo vestido con un abrigo de cuero y el tÃo del abrigo de cuero abrió el abrigo de cuero y le enseñó al otro tÃo sus tetas y el otro tÃo se dirigió a Margie y le dijo que no podÃa mantener su cita porque el tÃo del abrigo de cuero le habÃa enseñado las tetas y tenÃa que ir a follarse a ese tÃo. Asà que Margie se fue a ver a Carl.
—No puedo escribir nada —dijo Carl—. He perdido la inspiración.
Entonces se levantó y se fue al baño, cerró la puerta, y se puso a cagar. Carl echaba cuatro o cinco cagadas al dÃa. No tenÃa otra cosa que hacer. Se bañaba cuatro o cinco veces al dÃa. No tenÃa otra cosa que hacer. Se emborrachaba por la misma razón.
—¡Cerveza! ¡Cerveza! ¡Tú y tu condenada cerveza! Está presente incluso en tus historias:
«Marty cogió su cerveza. Al levantar su mirada, vio a una magnÃfica rubia entrar en el bar y sentarse a su lado...» Tienes razón. Estás acabado. Tu material es limitado, muy limitado. No puedes escribir una historia de amor, ni siquiera puedes escribir una decente historia de amor.
—Tienes razón, Margie.
—Si un hombre no puede escribir una historia de amor, es un inútil.
—¿Cuántas has escrito tú?
—Yo no pretendo ser escritora.
—Pero —dijo Carl—, pareces tomar una pose de estúpido crÃtico literario.
Puedes DESCARGAR este relato corto de Charles Bukowski dándole "click" a la siguiente imagen:
0 Comentarios